Las enfermedades reumáticas (ER) incluyen una amplia variedad de condiciones que por lo general se asocian con dolor y limitación de la movilidad. Su alta prevalencia en la población general, su tendencia a la cronicidad y su potencial de ocasionar discapacidad y deformidad de las articulaciones, impactan en la calidad de vida y la funcionalidad de las personas que las padecen. Están relacionadas con el envejecimiento progresivo de la población y con los cambios en los estilos de vida, por lo que se prevé que estas enfermedades siempre estarán en aumento año a año. No menos importante resaltar las repercusiones psicosociales que origina y que en su conjunto, según la OMS, son la primera causa de discapacidad física de origen no mental, en el mundo occidental1.
Desde hace varios años, nuestra región presenta una transición epidemiológica. A pesar de no haber superado los problemas de salud, de educación, ni las necesidades sociales vinculadas a la pobreza; tenemos que enfrentar al reto de las patologías del desarrollo. Entre estas últimas se incluyen las enfermedades crónico-degenerativas y de ellas son especialmente relevantes los padecimientos reumáticos. Este fenómeno impone desafíos importantes en los sistemas de salud y frecuentemente los escasos recursos se emplean para resolver necesidades urgentes y se posterga la atención de problemas emergentes2.
El Manifiesto Panamericano sobre las ER realizado por la PANLAR, emitido en diciembre de 2019 y considerado un hito en la reumatología de la región; concluyó que es necesario difundir y educar, tanto a la población general como a los profesionales de la salud encargados de la atención primaria, acerca de los signos y síntomas de las ER, para asegurar una detección y transferencia oportuna al especialista, con un abordaje integral al paciente y a la familia, que sin duda impactará directamente en el pronóstico de la enfermedad. Así mismo, resaltó el rol que desempeñan las organizaciones de pacientes y la promoción de alianzas estratégicas para la toma de decisiones oportunas3.
Un logro trascendental en el tratamiento de las ER es sin duda la terapia biológica (TB). Para la artritis reumatoide han sido los primeros fármacos que han superado en eficacia al metotrexato; para las espondiloartropatías, prácticamente no se disponían de fármacos útiles a excepción de los antiinflamatorios no esteroideos. Mención aparte se merece la artritis psoriásica, donde la TB se ha mostrado más eficaz que los tratamientos habituales. El alto costo de la TB, la posibilidad de efectos secundarios, el desconocimiento de su seguridad a largo plazo y respuesta variable según el tipo de paciente; han hecho necesario que un panel de expertos de distintas organizaciones y sociedades médicas, lleguen a un consenso valorando su costo-efectividad4.
Los desafíos para las ER incluyen una detección temprana, el manejo multidisciplinario y el acceso al tratamiento idóneo, por lo que el abordaje integral por los entes de gobierno, las sociedades médicas, las organizaciones de pacientes, etc., será determinante en su progreso.
1. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; Estrategia em enfermedades reumáticas y musculoesqueléticas del Sistema Nacional de Salud; Madrid, 2013.
2. Cardiel, Mario; Presente y futuro de las enfermedades reumáticas en Iberoamérica. ¿Estamos preparados para hacerles frente?; Reumatol Clin. 2011;7(5):279–280.
3. Liga Panamericana de Asociaciones para la Reumatología (PANLAR); Manifiesto Panamericano sobre las Enfermedades Reumáticas; 1ra. Edición, 2019; ISBN 978-958-56920-7-7.
4. Mas, A. Juan; La terapia biológica en las enfermedades reumáticas; Medicina Balear 2008 (3); 11-16.